sábado, 10 de marzo de 2012

La importancia de pedir ayuda

Mi nombre no tiene importancia, lo realmente importante es que padecí una adicción y hoy he conseguido superarla, es más, si caer en ella supuso un cambio radical en mi vida y pasar de ser una persona educada, sincera, culta y bondadosa, a ser alguien a quien nadie comprendía, que destrozaba su vida a cada minuto que pretendía vivirla, que hacia sufrir a quienes mas quería..., salir de la adicción me convirtió en mejor persona de la que era antes, aunque sólo sea por que me enseñó a PEDIR AYUDA, A ESFORZARME... A REDESCUBRIR LO MAS HUMANO QUE HABÍA MI.
Durante los años que han transcurrido desde que saque la fortaleza suficiente para pedir y aceptar ayuda, he conocido a muchos hombres y muchas mujeres que confesaron que su punto de partida, para cambiar su vida abandonando la adicción, fue oír a alguien que dio el testimonio sincero de como había caído y como se levanto.
Sería una lástima que por no contar nuestra experiencia, priváramos a alguien de resolver su problema, de encontrar la fuerza para dar ese primer paso.
Amigo, amiga, tu que has sufrido y que hoy miras a la vida desde la sinceridad, la serenidad y el valor, ayuda a otros, ¿como lo hiciste? ¿que ocurrió? ¿de dónde vienes? ¿a dónde vas?
Mi experiencia personal se resume en tener a los 23 años, familia, esposa, hijo, trabajo, estudios, casa..., es decir, todo lo que podía pedir y despertarme en una cama de hospital a los 30años con casi todo quemado , incluida mi salud.
Cuando salí milagrosamente de aquella situación, me incorporé a una asociación de autoayuda y por primera vez en mi vida me deje conducir por quienes, con un problema como el mio, habían sabido salir de él.
Me olvide que era un titulado universitario, me olvide de que tenia un puesto de cierto prestigio profesional (aún no se como conseguí conservarlo en medio de aquella catástrofe), me olvide de mi dichoso amor propio, me olvide de cuidar las apariencias y me agarré a la realidad. Me salvo aceptar que tenía que aprender algo tan básico como gobernar mi propia existencia y, lo más importante, que cuando se necesita ayuda hay que pedirla.


Más de un cuarto de siglo separan aquel día en la cama de un hospital y el día de hoy, pero ésta no es la mayor de las distancia, la mayor distancia está entre la persona que entró en aquel hospital y la que existe hoy. Todo gracias a copiar de quienes tuvieron la solidaridad y la grandeza de abrime sus vidas para que pudiera aprender.